El inicio de la alimentación complementaria

Cuando un bebé nace la lactancia le proporciona todos los nutrientes y vitaminas necesarios para sobrevivir y crecer sano, pero a medida que pasan los meses, llega un momento en que no tiene suficiente con la leche y, ya sea esta materna o de fórmula,necesita de otros alimentos para continuar con su desarrollo de manera correcta, es entonces cuando poco a poco se introduce la comida y se inicia la llamada “alimentación complementaria”. Aunque este proceso se enmarca entre los 6 y los 24 meses de edad, cada bebé es un mundo y no hay que agobiarse (ni agobiar al bebé) si no seguimos un patrón estándar.

Las cantidades adecuadas tampoco están especificadas porque cada niño responde de manera diferente, especialmente en lo que ingesta de leche se refiere. Si no se administra a través de biberón, es complicado calcular la cantidad de leche que toma, de modo que hay que ir probando y viendo cómo se comporta el niño.

A pesar de que está demostrado que la alimentación complementaria es segura, hay que seguir una serie de pautas de seguridad para evitar que el bebé se atragante o ahogue, pero también para que los alimentos estén en las mejores condiciones posibles y libres de patógenos, ya que el bebé continúa siendo un ser muy delicado y vulnerable.

Evidentemente, los niños no comen por sí solos en cuanto los pones delante de la comida. Se ha de percibir cuándo tienen hambre y estimularlos para que ingieran la comida que les preparemos. Desde la OMS se recomienda informar a los padres de todos los pasos que seguir en este proceso, ya que el conocimiento de cómo funciona la alimentación complementaria es decisivo para que sea lo más efectiva posible.

Cómo empezar la alimentación complementaria

La clave para evitar complicaciones es dar un solo alimento en cada comida, a poder ser durante diferentes tomas y días. De esta manera, el bebé se irá acostumbrando a la textura y el sabor, al mismo tiempo que experimenta con el “objeto” en sí, ya que buena parte de la introducción de este tipo de alimentación se consigue a través del juego con la comida, que además de nutrir, entretiene (la principal motivación del bebé).

Uno de los errores es cambiar de alimento “porque no ha comido”. Es importante dar un tiempo para ver la respuesta de su organismo (diarreas, vómitos, alergias, etc.) y tener claro que si algo le sienta mal, debe eliminarse de su dieta. Una vez comprobamos que ha asimilado correctamente ese alimento, se pasa al siguiente, aunque combinándolo con el primero, con el que ya está familiarizado. Así, progresivamente se irán introduciendo nuevos alimentos, siempre y cuando se haya confirmado que todo está en orden.

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¿Qué alimentos se recomiendan para probar la alimentación complementaria?

Las verduras y las frutas son los alimentos más utilizados en las primeras fases de la alimentación complementaria. Tienen pocas calorías y su textura suele ser agradable para los niños, al mismo tiempo que introducimos comida sana en su dieta. Si optamos por el Baby-Led Weaning, estos alimentos también son idóneos, pero siempre bajo la supervisión de un adulto.

Aunque hay personas que lo ven algo aventurado, la carne se puede introducir en la dieta desde los 6 meses de edad. Se recomienda, eso sí, optar con carnes poco grasas, como el conejo o el pollo. La ternera y el cerdo, así como los embutidos, se pueden administrar también pero en cantidades y frecuencias más bajas.

Las legumbres son otro alimento interesante para la alimentación complementaria debido a su alta cantidad de hierro. Eso sí, en el proceso de observación que comentábamos, tendremos que estar atentos a las posibles flatulencias.

Si todos estos alimentos van sentando bien, se puede optar por otros, salvo aquellos más delicados a los que se suele aplicar una restricción de edad, como puede ser el marisco (no hasta los tres años). De todos modos, si este tipo de alimentación no funciona, siempre puedes volver a la comida triturada, que cuenta con los mismos nutrientes. Además, el momento de comer sólido llegará igualmente, ¿o acaso conoces adultos que coman solo purés?

Como decía el gran Carlos González, lo importante es tener claro que no existe una sola manera de alimentar a un bebé, sino que se trata de un proceso natural y fisiológico al que, como padres y madres, nos corresponde intentar facilitar al máximo posible, pero siempre sin crear(se) angustias por lo que marquen el calendario o los consejos de libros o pediatras.

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